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El sexo que callamos / Sexo con Esther

El libro 'A Billion Wicked Thoughts' revela el análisis hecho a mil millones de búsquedas anónimas.

ESTHER BALAC
Muy pocos se atreven a poner la verdadera cara que tienen cuando de sexo se trata. Parece que la hipocresía, la presión social y los paradigmas impuestos en esta materia trastocan la real esencia que todos tenemos frente al departamento inferior del cuerpo y sus funciones.
En otras palabras: con respecto al aquello todos tenemos un fuero interno que casi nunca revelamos. Ya se imaginarán algunos que me estoy refiriendo a perversiones. ¡Nada de eso! Hablo de ciertos gustos, fantasías y deseos que en esta materia nos marcan más a todos (sí, a todos) y que afloran cuando estamos solos o frente a un computador.
Esto quedó evidenciado en el libro A Billion Wicked Thoughts, que recoge los resultados del análisis hecho a mil millones de búsquedas anónimas relacionadas con videos, avisos, contenidos web y novelas, con contenido erótico.
Basados en sus conocimientos de neurociencias, los estadounidenses Ogi Ogas y Sai Gaddam encontraron, por ejemplo, que a los hombres heterosexuales les gustan mucho las mujeres transexuales de edad avanzada y que sienten fascinación por el pene de otros señores. Además, fantasean más con sexo grupal, que las mujeres... Y si en la escena hay más hombres que mujeres, mejor.
Según el estudio a las mujeres heterosexuales no nos molestan las escenas homosexuales, sobre todo si se enmarcan en un contexto emocional; además, nos atraen las imágenes de dominación y sumisión. Una perla más: a los hombres gays y a los heterosexuales les gustan las mismas partes del cuerpo: pechos, glúteos y pies. En ese orden.
Y que alguien me explique esto: el término más buscado en las páginas web porno de mayor tráfico es ‘mamá’. ¡Auxilio, Freud! Hasta luego.
ESTHER BALAC
Para EL TIEMPO
ESTHER BALAC
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