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Lo que no se vio de la visita de Paris Hilton a Bogotá

La empresaria, diseñadora y modelo estuvo 48 horas en el país.

La polifacética Paris Hilton resultó menos extravagante de lo que podría pensarse. La empresaria, DJ, estrella de realities, cantante, actriz, modelo, diseñadora y heredera de un imperio hotelero –que estuvo en Bogotá durante 48 horas para promocionar su línea de carteras Paris Hilton Handbag & Accesories, del centro comercial Unicentro– revolucionó a los medios desde su llegada al hotel Hilton, el martes 23 de abril, a las 10 de la noche.
Había llegado en un vuelo privado proveniente de Los Ángeles que aterrizó esa noche en Bogotá. Paris, acompañada de su novio, el modelo River Viiperi; uno de sus 17 perros raza pomerania y tres empleados, pisó tierra con un look descomplicado: pantalón de sudadera azul pastel y camiseta del mismo tono estampada con una P y una corona sobre la letra. En su paso por inmigración, se tomó fotos con el personal del aeropuerto. Para los medios, se cambió de vestuario: gafas de sol, un llamativo sombrero y vestido de tela ligera. (Vea imágenes de la visita de Paris Hilton a Bogotá)
En una camioneta negra blindada y acompañada por un ‘ejército de escoltas’, como tuiteó en su cuenta, llegó al hotel y el ímpetu mediático se desató. Los periodistas se arremolinaron alrededor de la estrella y en medio de la turba se oía: “¡Aquí, Paris!”, “¡mira acá!”. Mostrando su mejor ángulo –quijada abajo, cuerpo ladeado, sonrisa enigmática– caminaba como quien desfila en pasarela. Su figura desapareció tras la puerta para alojarse en la suite presidencial. Siempre tuvo agua mineral. Pidió que no la despertaran antes de las 10 de la mañana y que las modelos que iban a ser parte del desfile en el que presentó su colección tuvieran rasgos latinos y no se parecieran a ella. Su comida fueron sándwiches, panes, galletas, piña y sandía. Quedó encantada con el ajiaco. (Lea también: Así inauguró Paris Hilton su tienda en Bogotá)
El miércoles se levantó después de las 10 de la mañana y pasó un rato en la habitación. A las 12 del día, el estilista Franklin Ramos –asesor de imagen encargado de la estrella– la engalanó para la rueda de prensa y quedó impactado: “No es pretenciosa, no es caprichosa. La única sugerencia que hizo fue estar acorde al momento y a la hora del día”. Cada vez que terminaba de maquillarla, Paris se miraba al espejo y soltaba alguna frase sobre su aspecto: “me encanta”, “lo amo”. (Lea también: Paris Hilton llegó a Bogotá, protegida por un 'ejército de escoltas')
La rueda de prensa, en la que la celebridad aseguró que “es muy inteligente”, se desarrolló sin percances. Cuando terminó, Paris se guardó en su habitación mientras escogía el siguiente vestido que luciría en la inauguración de la tienda. En sus seis maletas de equipaje, tenía listos cuatro vestidos solo para este día.
Sobre las 5 de la tarde y luego de ser víctima del tráfico de la ciudad, Paris apareció en Unicentro para cortar la cinta como símbolo de inauguración de su tienda. Firmó bolsos, dio autógrafos y se tomó fotos con algunas de las casi 500 personas que fueron a verla. Tomó la cámara de uno de sus acompañantes y fotografió al público. Y como muestra de su disposición a los fans, abrazó a una mujer de unos 50 años y posó para su cámara.
Durante el desfile permaneció en el backstage. Uno de sus acompañantes aseguró que su interés era revisar los atuendos diseñados por el colombiano Jorge Duque para que estuvieran en sincronía con sus carteras. El cierre de la noche fue en el bar del hotel, con una fiesta VIP a la que entraron 100 personas que, según logística, debieron ser aprobadas por su agencia de prensa. Contrario a la costumbre de la rubia, la fiesta terminó temprano. Paris subió a su habitación a las 12 de la noche y ahí permaneció hasta la mañana siguiente.
Por supuesto, Paris Hilton más que una mujer es una marca y es imposible pensarla fuera de las cámaras. Aún teniéndola cerca, es difícil hallar un gesto distinto al de sus fotos o escuchar una respuesta espontánea. Tanto así, que las preguntas indicadas para el día jueves, en la entrevista, una a una programada para este diario, debían ser aprobadas dos meses antes de su visita.
Al parecer, no hay quién se atreva a proferir un comentario negativo sobre su comportamiento. La diva hace sentir a cada ser humano con que se cruza en el pasillo que él también merece una de sus mejores poses y por eso, accedió a sonreír para las cámaras de los empleados del hotel, de los periodistas o de los fanáticos.
Aquel jueves, terminó la ronda de entrevistas y Paris se había propuesto visitar a los niños de la Fundación Cardioinfantil. Pasó con ellos 40 minutos y les llevó algunos juguetes.
Extenuada y luego de concluir las entrevistas, Paris concluyó su visita. Sin mayores contratiempos, sin escándalos, pero sí con mucho bombo y una sonrisa perfecta para cada cámara.
NATALIA NOGUERA A.
Redactora de EL TIEMPO
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