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Lorena Henao, la mujer que creció y murió en la mafia

Hermana y viuda de capos, nunca pudo apartarse de ese mundo. Fue enterrada en secreto en Tuluá.

REDACCIÓN JUSTICIA
De no haber sido por el dispositivo de seguridad que la Policía desplegó cerca del cementerio de Tuluá (Valle del Cauca), el sepelio de Lorena Henao Montoya, la viuda del capo Iván Urdinola, habría pasado casi inadvertido.
Fueron pocos los asistentes a la ceremonia, a la que, incluso, faltó su hija, Emma Juliana, quien está presa en la cárcel del Buen Pastor, de Bogotá. La joven, de 23 años, paga una condena de 37 años y 9 meses por la muerte de Jairo Alcides Giraldo, un sindicalista del Valle.
Atrás quedaron las excentricidades que marcaron su vida. En completo sigilo, el cuerpo baleado de la más famosa ‘viuda de la mafia’ fue reclamado en la madrugada del viernes de la sede de Medicina Legal de Armenia y llevado hasta Tuluá.
Allí también fue sepultado Lucio Quintero Marín, el hombre con el que Lorena iba el jueves, cuando fue atacada por sicarios de la banda ‘los Machos’. Según las autoridades, el crimen provino de la misma banda que les sigue respondiendo a los herederos de Iván Urdinola, hoy aliados con ‘los Urabeños’. (Lea más información sobre el asesinato de Lorena Henao).
La historia de Lorena Henao, dijo uno de los investigadores que les siguieron los pasos a ella y a su clan por décadas, es la mejor demostración de que la mafia no perdona. Eso ella lo sabía de sobra.
En 1998, su hermano Orlando, el temido ‘Hombre del Overol’, fue asesinado en plena cárcel Modelo de Bogotá. Lo mató un minusválido, José Manuel Herrera, otro preso, que se se cobró así el asesinato, una semana antes, de su hermano, el capo del cartel de Cali Hélmer ‘Pacho’ Herrera.
Cuatro años más tarde, la muerte le llegó a su esposo en la cárcel de Itagüí. Muchos siguen pensando que fue envenenado y que ella tuvo que ver, a pesar de que la misma mafia pagó sus propios exámenes toxicológicos, que descartaron el asesinato. (Lea: Sicario de la viuda de Iván Urdinola ya había sido capturado).
Lorena, que se casó a los 14 años con Urdinola y selló con su matrimonio una poderosa alianza de narcos del norte del Valle, no era precisamente una esposa feliz. En la historia de la mafia en Colombia es bien conocida la venganza del capo por una de las infidelidades de su mujer: se dice que él mismo descuartizó y arrojó a las amarillas aguas del río Cauca el cuerpo del teniente de la Armada Ricardo Peterson.
Diva en las cabalgatas
Henao nació en Cartago, municipio del norte del Valle que por décadas ha sufrido la violencia del narcotráfico. De allá también eran sus tres hermanos –Orlando, Arcángel y Fernando–. Los tres pasaron de vendedores de sombreros a cabezas de un cartel que competía en la sombra con el de Cali y el de Medellín y que fue responsable de la masacre de Trujillo, en la que por primera vez se utilizó masivamente la motosierra (1988-1990).
Policías que los siguieron cuentan que Lorena siempre se hizo notar. Posaba como esposa de un próspero ganadero, pero en realidad conocía de dónde salían cada peso y cada dólar de los que gastaba sin límite alguno.
El dinero del narcotráfico lo disfrutó con excesos. En varias ferias de Cali la vieron rodeada de su pequeño ejército; tomaba en alquiler hoteles enteros para sus fiestas. “Gastaba mucho en regalos para sus amigos”, dijo una de las fuentes.
Buena parte de su fortuna la usó para sobornar. Esos pagos llevaron a la cárcel al menos a cinco fiscales, que habrían ayudado a borrar pruebas contra ella y su familia.
Se refugió en Panamá
La muerte de Iván Urdinola empoderó a sus lugartenientes, que empezaron a perseguirla para quedarse con la fortuna del capo.
Lorena Henao huyó a Panamá y allí estuvo tranquila hasta el 2004, cuando fue capturada con su hermano Arcángel y con Lucio Quintero. Según las autoridades, él era su compañero sentimental. También murió con ella en el atentado del jueves.
Arcángel fue extraditado a Estados Unidos, y varias fuentes dicen que ya recuperó su libertad a cambio de delatar a antiguos socios. Lorena fue enviada a Colombia, donde la esperaba un proceso por lavado de activos.
Pasó siete años tras las rejas, tiempo en el cual arrastró a la cárcel a las cabezas de una de las familias más respetadas del país: los Grajales, reconocidos empresarios del Valle del Cauca. (Lea A la viuda de Urdinola la asesinaron sicarios de sus exfamiliares).
Entre los documentos que le encontraron en Panamá aparecieron varias pruebas de que las empresas del grupo le reportaban a la viuda de Urdinola. Raúl Grajales fue condenado también a 8 años y los viñedos y la cadena comercial de la familia (Casa Estrella) pasaron a la Dirección Nacional de Estupefacientes.
En mayo del 2011, un juez de Cúcuta le dio la libertad condicional, pese a que un año atrás había sido sorprendida en un centro comercial de Armenia cuando, supuestamente, debía estar en detención domiciliaria.
Ese incidente demostró que seguía activa en el mundo de la ilegalidad. Estaba con tres narcotraficantes, entre ellos un hondureño pedido en extradición. Lo cierto es que Lorena Henao nunca pudo o nunca quiso salir del mundo oscuro que rodea a la mafia.
Por eso se seguía moviendo entre el Eje Cafetero y el norte del Valle, a pesar de que su residencia estaba en Bogotá. De la capital salió a pasar vacaciones en la misma zona donde cuatro balazos le pusieron fin a su corta e intensa vida.
La hija paga 37 años de cárcel
La cárcel El Buen Pastor de Bogotá, la primera cárcel que Lorena Henao pisó, es hoy la prisión de su hija Emma Juliana Urdinola Henao, detenida en octubre del año 2010. La joven, quien incluso llegó a ser la reina en un concurso de belleza realizado en el centro penitenciario, es señalada de participar como coautora en el crimen del sindicalista del grupo Grajales Jairo Giraldo Rey, asesinado en el 2007.
Este año, Urdinola Henao fue condenada a 37 años de prisión por ese hecho. Según la Fiscalía, el asesinato del sindicalista fue ordenado por ella. Las acusaciones fueron sustentadas con los testimonios de Gilberto Vega y Víctor Rodríguez, dos exempleados de la empresa familiar.
‘Reina de la coca’, también asesinada
Griselda Blanco, considerada la matrona de los narcotraficantes del país y a quien apodaron la ‘Reina de la coca’, fue asesinada por sicarios en septiembre de este año en Medellín.
Después de pagar una larga condena en Estados Unidos, Blanco regresó a Antioquia, donde había iniciado su vida criminal en los años 70 hasta terminar en el narcotráfico. En el 2012 fue perseguida presuntamente por viejas deudas en la región, donde buscaba retomar el control de esa actividad ilícita. “Era más peligrosa que el diablo”, le dijo a este diario uno de los habitantes que presenciaron la muerte de la mítica mafiosa. El día del atentado, la mujer se bajó de su auto para hacer una compra, cuando le dispararon varias veces.
‘Machos’ reviven de mano de ‘Urabeños’
Un Urdinola, jefe de la banda
El ‘Zarco’ o ‘Chicho’, de apellido Urdinola y quien, aunque está plenamente identificado, aún no tiene orden de captura, figura como el jefe de la banda ‘los Machos’, que resurgió tras la alianza con la banda ‘los Urabeños’.
De acuerdo con la Policía, se unieron para desplazar a ‘los Rastrojos’ del suroccidente del país, y así controlar las rutas del narcotráfico.
Entre las hipótesis del crimen que manejan las autoridades está la de que Henao habría tenido diferencias con el ‘Zarco’ por los términos de la alianza con la banda de Urabá.
También se ha planteado que Lorena Henao habría querido recuperar decenas de bienes, que generaron discordia con su antigua familia.
Lo claro por ahora es que los dos señalados sicarios capturados minutos después del atentado pertenecen a ‘los Machos’ y figuran como jefes en Roldanillo. Fueron identificados como Mauricio Andrés Montoya Arana y José David Rincón Arana.
REDACCIÓN JUSTICIA
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