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La historia del pasado nazi del padre de la antropología colombiana

Investigadores reconstruyeron con detalle la vida en Alemania de Gerardo Reichel-Dolmatoff.

La noticia cayó como un jarro de agua fría en el mundo académico: Gerardo Reichel-Dolmatoff, el ilustre austriaco que llegó al país en 1939 y que es considerado el padre de la antropología colombiana, habría sido nazi y pertenecido a la SS (la organización más poderosa de la Alemania fascista) e, incluso, habría entrenado a guardianes para un campo de concentración.
La revelación la hizo uno de sus alumnos, el antropólogo Augusto Oyuela-Caycedo, durante un congreso en Viena, el pasado julio. El académico se basó en las pesquisas de Holger Stoecker y Sören Flachowsky, historiadores vinculados a la Universidad Humboldt, de Berlín, y especializados en la Alemania nazi.
Los investigadores, con los que habló EL TIEMPO, reconstruyeron con detalle la vida en Alemania de Erasmus Gerhard Reichel (antes de llamarse Gerardo Reichel-Dolmatoff), su ingreso al nazismo y a la SS y su posterior ruptura con el movimiento. Lo que sigue siendo un misterio es cómo se convirtió luego en un reconocido líder de la resistencia antihitleriana en Francia, credenciales con las que llegó a Colombia, donde rehizo su vida.
¿Cuándo entró Reichel al Partido Nazi?
Holger Stoecker: En septiembre de 1931, a los 19 años. Antes de 1931, ya había ingresado a la SS desde Austria, de donde salió por problemas con la Policía, precisamente por sus actividades fascistas, de proclamación de la superioridad de la raza y agitación.
¿Es cierto que en solo siete años llegó a ser oficial de la SS, instructor en el campo de concentración de Dachau y guardaespaldas de Hitler?
Sören Flachowsky: En este punto hay que hacer precisiones. No existe ningún documento que compruebe que haya sido guardaespaldas de Hitler. Ni siquiera de que lo hubiera conocido personalmente. Lo que sí está registrado es que, a la edad de 21 años, en mayo de 1933, Reichel fue trasladado desde Múnich a Berlín para hacer parte de una compañía especial llamada Leibstandarte, un comando que comenzaba a conformarse, no para la seguridad de Hitler, sino para velar por la seguridad de edificios y dependencias claves del Tercer Reich.
¿Cuánto tiempo estuvo en el comando?
H.S.: Casi un año, hasta 1934, cuando fue destinado a Dachau. Él no estuvo en el campo de concentración propiamente, sino en un cuartel militar, donde instruía a reclutas austriacos que iban a ser guardianes.
S.F.: Paralelamente, en la misma Dachau, la Gestapo (policía secreta) lo reclutó para una especie de 'cacería de brujas' contra quienes habían apoyado a Ernst Röhm, el segundo hombre del Partido Nazi, quien cayó en desgracia ante Hitler tras haber sido acusado por Himmler, jefe de la SS, de estar fraguando un complot.
¿Qué hacía este escuadrón?
S.F.: Perseguir, denunciar y desaparecer a los supuestos traidores.
¿Participó Reichel en asesinatos?
S.F.: Se sabe que el escuadrón sí llevó a cabo muchas ejecuciones. De Reichel, hasta ahora, tenemos evidencia de dos casos, con nombres y apellidos.
¿Hasta cuándo estuvo en Dachau?
S.F.: Hasta octubre de 1935. En esa fecha, pidió la baja y se la dieron.
¿Por qué hizo esa solicitud?
H.S.: Cuando la SS se instaló en el poder, Reichel entró en problemas con su estructura, mas no con la ideología nazi. Él, que había sido educado en un gimnasio elitista de Linz, se encontró con un ambiente burdo y poco intelectual, muy por debajo de lo que creía que debía ser una organización nacionalsocialista.
Además, había pedido la nacionalidad alemana, pero no le fue concedida. Eso lo frustró aun más. Cuando pidió la baja, se la dieron, en primera instancia, y lo declararon 'inepto'.
S.F.: Inepto significaba 'no confiable', ni política ni militarmente.
¿Podría interpretarse esto como un síntoma de arrepentimiento?
S.F.: Nos basamos en documentos. No sabemos qué pasaba por su cabeza, pero no hemos hallado evidencia de que hubiera querido abandonar su ideología.
¿Qué hizo a partir de entonces?
H.S.: En 1936 comenzó estudios de Arte en la Academia de las Artes de Múnich, pero los problemas con la SS y la Gestapo no cesaron. Y comenzaron a perseguirlo.
¿Por qué?
S.F.: Por su participación en el escuadrón de 'limpieza' de la Gestapo. A finales de 1936 y principios de 1937, algunos de sus antiguos camaradas en ese grupo empezaron a aparecer muertos en 'extrañas circunstancias'. El círculo se fue cerrando y Reichel lo advirtió claramente.
¿Cómo logró evadir a la Gestapo?
S.F.: Prácticamente, su padre lo salvó. Carl Anton Reichel, un austriaco adinerado, con buenos contactos en el partido fascista de su país, movió sus influencias y logró que la policía de Múnich le extendiera un permiso de salida de Alemania por 24 horas.
¿Puede considerarse a Reichel como un disidente del nazismo?
S.F.: No, él no salió como disidente; huyó para esconderse y salvar su vida. Ser disidente significa romper con una ideología y pasar a la resistencia. Él no hizo ni una cosa ni la otra en Alemania. Ni en los documentos del archivo ni en su diario existe una sola frase o palabra de crítica o rechazo de la ideología nacionalsocialista. Sus problemas no fueron de conciencia, sino de frustración por no haber sido mejor valorado en el partido.
El título de su diario, 'Confesiones de un asesino de la Gestapo', ¿podría entenderse como un signo de arrepentimiento?
H.S.: Ese título no lo puso él, sino la redacción del diario donde fue publicado, Die Deutsche Revolution. Allí aparecen dos apartes de su diario, en los que cuenta la mecánica de las acciones de la Gestapo en el escuadrón de 'limpieza', intimidades de la SS y su desacuerdo con algunos procedimientos dentro del movimiento.
¿Existen documentos sobre lo que hizo después de 1938?
H.S.: En su acta, no. La reconstrucción que estamos haciendo no está terminada.
Reichel llegó a Colombia con cartas de recomendación de Paul Rivet, gran líder antifascista francés...
S.F.: Nos interesa mucho ver los documentos que lo certifiquen. ¿Dónde y cuándo se hizo amigo de Rivet? ¿En Francia o cuando llegó a Colombia? ¿Qué hizo después de su llegada al país?
Tres generaciones de académicos colombianos fueron formadas por Reichel. Ellos conocieron a un gran humanista, no a un fascista. ¿Cómo explicar semejante dualidad?
H.S.: Somos historiadores alemanes y estamos acostumbrados a digerir cosas de ese calibre y otras aun más fuertes. Entendemos que la biografía germana de Reichel cause estupor en Colombia, por la imagen posterior que él se labró en su país. Pero aquí es un caso más entre muchos.
'Me quedo con el humanista'
La ponencia en la que se divulgó el pasado oscuro de Reichel ha causado sorpresa, pero también indignación. Una de las primeras reacciones fue la de la antropóloga María Victoria Uribe, quien puso en duda la rigurosidad de la investigación, porque "omite lo que habría sido el trayecto más contradictorio de su vida (la de Reichel): la transición de nazi a miembro de la resistencia antinazi". "Resulta muy poco creíble que un integrante activo del nazismo (...) hubiera podido ser parte activa de la resistencia francesa en esa misma década", señaló. Otros, como el antropólogo Benjamín Yepes, han preferido quedarse con el legado académico de Reichel: "Mis principios morales me impiden participar en esta 'hoguera' (...). Yo no conocí al Reichel fascista; al contrario, conocí a un hombre cabal, generoso, humanista, aunque muy cauto al hablar de su 'cuando' en Europa".
El Reichel que el país conoció
Gerardo Reichel- Dolmatoff llegó a Colombia en 1939. Muy pronto, hizo parte del grupo de europeos que institucionalizó la investigación etnológica. Gran estudioso de los descendientes de los tayronas, fundó en Santa Marta el Instituto Etnológico del Magdalena. Creó también el primer departamento de Antropología del país, en la U. de los Andes. Publicó 33 libros y más de 200 artículos. Murió en Bogotá, en 1994.
PATRICIA SALAZAR FIGUEROA
Para EL TIEMPO
Berlín
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