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El cibersexo, una práctica cada vez más habitual entre los jóvenes

Expertos aconsejan a los padres ser tolerantes con esta tendencia mundial.

Que las prácticas sexuales han cambiado y que Internet ofrece un amplio abanico de posibilidades y sin censura, no es ningún secreto. De hecho, cada vez más jóvenes acuden al cibersexo, una alternativa al sexo real que se lleva a cabo a través de medios electrónicos. Sus adeptos participan en chats y comparten textos, fotos y videos con conocidos o desconocidos. Todo claro y sin tapujos.
Un estudio de la Universidad Católica de Colombia estableció que el perfil del consumidor de cibersexo en el país corresponde en su mayoría a personas (más hombres que mujeres) entre los 20 y 39 años, de estrato alto, universitarios, profesionales y heterosexuales.
Rafael Vásquez, psiquiatra especializado en niñez y adolescencia y profesor de la Universidad Nacional, admite que no es fácil para la mayoría de los adultos de ahora entender o justificar el cibersexo.
"Esta generación de adultos tiende a ver como rara o anormal esta conducta y a calificar a los jóvenes que la siguen como morbosos; cometen el error de olvidar que también fueron adolescentes y que quisieron disfrutar su sexualidad, valiéndose de las herramientas disponibles entonces", dice.
El especialista insiste en que el cibersexo "es, en buena medida, una herramienta más de esta época a la que recurren jóvenes para socializar a su modo".
Olga Albornoz, psiquiatra especializada en niños y adolescentes, va más allá y asegura que la ignorancia de los adultos frente al tema es enorme. "Nuestros jóvenes nacieron con el concepto del ciberespacio incorporado a su vida y a su cotidianidad; nosotros no. Por eso, entender el cibersexo es complicado para muchos padres, que de entrada lo categorizan como pornografía y se aterran ante la posibilidad de que sus hijos sean pervertidos".
A conclusiones de este tipo llegaron investigadores de la Universidad de Michigan, que tras analizar el comportamiento de 3.447 jóvenes entre los 18 y los 24 años encontraron que una modalidad del cibersexo como el sexting (o envío a través del celular de imágenes y textos de este tipo) no se asocia con conductas sexualmente arriesgadas o con problemas psicológicos. De hecho, sugieren que puede hacer parte del cortejo para los jóvenes de la generación de Internet.
José Bauermeister, principal investigador del estudio, que en breve será divulgado por el Journal of Adolescent Health, señaló que a menudo el sexting es socialmente percibido como "una conducta desviada, repugnante e incluso criminal", aunque no es definido de esa forma por los jóvenes.
El psiquiatra y sexólogo español Facund Fora aseguró recientemente que esta práctica no solo va en aumento, sino que tiene aspectos positivos: "Facilita el aprendizaje sexual y permite la búsqueda de compañeros sexuales con un menor riesgo de embarazo o de contraer una enfermedad de transmisión sexual". Fora aseguró, no obstante, que "un 15 por ciento del total hace un mal uso del cibersexo; esta modalidad no solo atrae a pedófilos en busca de víctimas, sino que facilita el acoso sexual a menores, fomenta las infidelidades de pareja y eleva el riesgo de caer en una adicción".
Los expertos alertan del cuidado que se debe tener a la hora de mantener la privacidad. Ciertas imágenes pueden caer en manos equivocadas.
En el límite de la adicción
A veces hay que buscar ayuda de un especialista
Las personas propensas a las adicciones tienen un riesgo más alto de que el sexo virtual se les convierta en una adicción. Un ciberadicto se comporta frente al cibersexo del mismo modo que frente a otras adicciones: comienza poco a poco y luego crece la frecuencia; es incapaz de rechazar la situación que le provee placer; evitarlo le causa malestar físico y psicológico; se aísla y deja de lado su red social. En este punto conviene buscar ayuda profesional.
Olga Albornoz
'Llegó para quedarse'
Para la psiquiatra Olga Albornoz, frente al sexo virtual, un fenómeno que a su juicio llegó para quedarse, hay que poner en marcha actos preventivos que minimicen las consecuencias negativas. "Para empezar, hay que preguntarse si el receptor de los mensajes es una persona confiable y hay que hacer el esfuerzo consciente de evitar el envío de información que más adelante pueda afectarnos", dice. Recomienda a los adultos y padres preocupados "datearse e informarse más sobre el tema; una mayor comprensión del cómo, el porqué y para qué del cibersexo aporta elementos de juicio para orientar mejor a los hijos sobre los riesgos y cuidados".
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