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En las calles de Atenas se respira el olor de la tormenta

El poeta Nanos Valaoritis culpa a Alemania de forjar un nuevo imperio en Grecia.

Al fondo brilla el mar Egeo y en la lejanía se perfila la isla de Pireas. Hacia el sur se encuentran Egina, Mikonos, Creta... "¿Por qué no venden sus islas?", rezaba uno de los titulares del diario alemán Bild, de abril pasado. "Los rumores y falsas informaciones contra Grecia -dice Nanos Valaoritis- son similares a los que se difundieron sobre Serbia, para arrebatarle Kosovo".
En su apartamento de la calle Patriorchou Ioachim, en el corazón de Atenas, este nonagenario poeta, dibujante y trotamundos habla con un ímpetu y una lucidez dignos de los antiguos helenos.
Su casa está llena de libros, revistas, impresos, pinturas, cartas y fotos de sus amigos: André Breton, Lawrence Ferlingueti, Giorgios Seferis... Nanos Valaoritis tenía 20 años cuando los nazis ocuparon Grecia y sabe de lo que habla cuando se refiere a Alemania.
"El prejuicio de la Europa occidental contra la Europa del este tiene una vieja historia", dice Nanos, quien conoció a Henry Miller en Atenas, en 1939. "El oeste es germanolatino, mientras el este es helénicoeslavo. El primero buscó expandirse por medio de la conquista imperial, mientras que el segundo se refugió en el Asia.
Ahora, Alemania está volviendo a sus viejos hábitos de buscar la supremacía en Europa, y está usando su poder económico para este propósito".
Horas después, en un café de la calle Tsakalof, a pocas calles del Parlamento, Nanos Valaoritis dice que escapó de la Grecia ocupada en 1944, cruzó por El Cairo y vivió incontables aventuras antes de llegar a Inglaterra, donde nada menos que el gran escritor T. S. Eliot lo protegió. Luego, Valaoritis se convirtió en periodista de la BBC y se instaló en París, donde tradujo a los poetas griegos modernos al inglés y al francés.
"Alemania está usando a Grecia como territorio de prueba para crear un nuevo imperio romano". A estas alturas, nuestra entrevista se ha convertido en una intensa conversación sobre una multitud de asuntos que giran siempre en torno al futuro de Grecia y Europa. "Alemania debe ser contenida por la Unión Europea: primero, con presión económica y medidas administrativas, y si estas fallan, con acciones militares, antes de que sea demasiado tarde".
Valaoritis cuenta que, como nunca antes había sucedido, la gente lo para en la calle para preguntarle su opinión sobre lo que sucede en la Hélade, como se pronuncia el nombre de Grecia en griego.
"El mito de que los griegos viven del trabajo de los alemanes es solo una tontería, porque los griegos compran muchos bienes a los alemanes y a sus acólitos del norte, y entre esos bienes se encuentran las armas, porque Grecia tiene un agresivo y turbulento vecino, Turquía, que con frecuencia hace incursiones en sus islas con la intención de expandirse. Esas armas se le compran a Alemania, la cual con frecuencia corrompe a los políticos griegos para que las adquieran".
Después, Valaoritis, quien viste una vieja camisa agujereada y lleva ladeado un sombrero de paja toquilla, explica que los griegos compran una enorme cantidad de productos alemanes, que pagan altísimos intereses por los préstamos de Bruselas y del Deutsche Bank y que, finalmente, los alemanes destruyeron Grecia y saquearon sus sitios arqueológicos y sus museos durante la ocupación nazi. "Por lo tanto, cabe preguntarse ¿quién debe a quién?".
Para encontrar a Valaoritis -en 1967, este griego de mirada intensa huyó de Atenas, cuando los coroneles dieron un golpe militar, y se instaló en EE. UU., en donde vivió 20 años- seguimos un camino misterioso, que se emparenta con la tradición oscura del chamanismo beat, del surrealismo y de sus herederos situacionistas y de OuLiPo (Ouvroir de littérature potentielle, 'Taller de literatura potencial', movimiento de escritores y matemáticos): estábamos sentados en un café del barrio anarquista de Exarquia y una mujer, empujada por el azar, apareció a nuestro lado y nos preguntó si hablábamos español.
Era Blanka Amezkua, una artista visual mexicana que vive en Atenas desde hace dos años y que antes vivió -17 años- en Estados Unidos. Blanka nos llevó donde el legendario Nanos Valaoritis. Antes de conducirnos, la mexicana narra su experiencia: "Golpean a los más débiles. A los jubilados y a los jóvenes, que tienen que volver a vivir con los padres. Desmantelan la salud, la educación".
Mientras conversamos, en una banca de la plaza Syntagma, el sol cae violentamente sobre esta ciudad helena, bizantina, y que durante cinco siglos fue invadida por Turquía.
"Que esta situación haya empezado aquí -apunta Blanka- es estratégico: si aguantan los griegos, aguantan los demás". Existe la tendencia, según ella, a reducir la crisis al problema de la migración. "No se reconoce la nueva identidad de los griegos: afrogriegos, pakistanigriegos; es como la negación que se hace de los indígenas en América Latina".
"El neofascismo (que obtuvo el 7% en las elecciones del último mayo) -dice Blanka- explota la xenofobia que ha prendido en la sociedad griega". Aunque la artista señala, para tranquilizarnos: "No creo que vayan a cobrar mucha fuerza". Por último, exclama: "¡He vivido los dos años más intensos de mi vida!".
Lo primero que dijo Blanka fue que habíamos llegado a la Luna, que teníamos que alimentarnos fundamentalmente de gyros (pan sin levadura con carne de cordero asada), que eran muy baratos, y que pensaba retornar pronto a México.
Minutos antes, en el café Floral, en la esquina de Strounara y Trikouri, Leonidas Vatiokitis, un economista de 40 años, dice que Grecia debe salir de la zona euro. "En Europa la economía es decidida por los banqueros", sostiene Vatiokitis, quien acaba de llegar de Ecuador, en donde participó en una serie de conferencias, organizadas por la Flacso. "Quieren suprimir a las naciones", explica, refiriéndose a las intenciones de los poderes económicos y políticos europeos. "Cuando se acusa a Grecia de haber falseado sus estadísticas, no se señala que los otros países europeos -Francia, Alemania...- también presentaron números maquillados para entrar en el euro. Solo Dinamarca y Luxemburgo (que es más un banco que un Estado) cumplían los requisitos para entrar en la zona euro". Vatiokitis señala nuevamente las responsabilidades de Alemania: los griegos le compran la mayor cantidad de cosas que consumen.
Días antes, apenas acabábamos de instalarnos en el hotel Balasco, contiguo a la estación de trenes de Larissis, y salimos a buscar un mapa y comida. Es la primera vez que caminamos por Atenas y cuando avistamos un restaurante abierto entramos sin dudar un segundo. Allí, un hombre escuálido y sombrío nos escucha hablar en español y tercia en nuestro diálogo. Se llama Alí, nació en Pakistán, y lleva más de veinte años viviendo en Europa. Intercala el italiano, el español, el inglés. "Los banqueros están empobreciendo Europa", dice Alí. Y tras mencionar a Ahmadinejad, al ayatolá Jomeini, a Hugo Chávez, Alí hace una nostálgica referencia a Benazir Bhuto. "Después de Bhuto, solo hemos vivido golpes militares".
Estamos en Atenas, en el barrio de Metaxourgio, en donde llegan como una marea doliente los migrantes: es el barrio de los prostíbulos, la droga y los crímenes. No lo sabemos y andamos por estas calles hablando con los desconocidos. Es Atenas.
"Cualquiera que sea el futuro, va a ser difícil", sentencia Nanos Valaoritis, días después, antes de despedirse y dejarnos con las manos llenas de libros, con los ojos iluminados, con la cabeza a punto de estallar como un revólver.
David Guzmán Jativa
El Comercio (Quito)
Atenas
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