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Ya son seis años...

Ya son seis años... seis años en que, de la mano de Mónica Roa, las mujeres logramos la despenalización parcial del aborto en Colombia. Seis años en que centenares de mujeres, aun cuando la cifra real de las que lograron el procedimiento legal sin trabas sea mínima, pudieron interrumpir su embarazo y darse cuenta de lo que significa vivir en un Estado de derecho. Seis años en que las mujeres implicadas en este proceso de construir una Colombia incluyente no daremos un solo paso atrás y seguiremos, tercas e impacientes, abriendo el camino para que el hecho de nacer mujer no signifique más encontrarse con desventajas culturales que marquen a veces dramáticamente nuestro recorrido en la vida.
Y cada vez que vuelvo a hablar del aborto y de su estigmatización, vuelvo a pensar en la frase de Silvia Galvis, esta amiga desaparecida demasiado temprano, que decía que si fueran los hombres quienes se embarazaran, el aborto sería un sacramento. Pero como somos las mujeres quienes nos embarazamos -y a menudo parece que las mujeres nos embarazamos solas, que nunca nos violan, nunca nos maltratan, nunca nos seducen, nunca llegan ellos borrachos y nunca oyen el NO nuestro-, nos corresponde volver a la interrupción de un embarazo no deseado, legal y seguro.
Tal vez sea entonces el momento de recordar a los sectores antiderechos sexuales y reproductivos, que cada ocho minutos, en algún lugar del mundo, una mujer muere por complicaciones de un aborto realizado en condiciones de riesgo y al menos 75 más quedan con lesiones permanentes. Al año, más de 60.000 mujeres mueren por un aborto clandestino. En general, mujeres pobres. Y casi nadie se estremece. Muchísimo menos las jerarquías católicas, que deberían volver a leer los evangelios y ponerse al día con el Código de Derecho Canónico, el conjunto de normas jurídicas que regulan la organización de la Iglesia católica.
Con mis amigas feministas católicas, he vuelto a mirar qué dice este código en relación con el aborto y muy particularmente en los cánones 1323 y 1324. Pues, sorpréndanse... porque encontramos que las mujeres que recurren al aborto en determinadas circunstancias no pueden ser excomulgadas, es decir, que el aborto no se considera siempre pecado. Y al mirar las circunstancias de algunos incisos del canon 1323, nos damos cuenta de que seis incisos cubren la casi totalidad de las razones por las cuales las mujeres toman la decisión de abortar. Les daré solo tres ejemplos: cuando la mujer es menor de 16 años; cuando actuó presionada por el miedo; si lo hizo por necesidad. Los otros tres casos quedan para su consulta. Y en cuanto a los evangelios, entendí siempre que este hombre nombrado Jesús de Nazaret, revolucionario por haberse inventado una religión de amor, nunca condenó a las mujeres. Conversó con ellas, las escuchó y las amó. ¿Será que entendí mal? Pero si entendí bien, entonces les pido a los hombres de iglesia, también a las mujeres y a los sectores fundamentalistas de este país, dejar de amenazar con la excomunión, de censurar y de asustar como lo acaban de hacer con el atentado contra Mónica Roa. Actualícense, y sepan que sus condenas no han servido de mucho. Hemos seguido adelante y seguiremos adelante. Y, además, en los últimos años en Latinoamérica se están produciendo importantes avances legislativos para el acceso de las mujeres al aborto. Lo saben y deben saber también que es una tendencia mundial. Nada, entonces, nos hará retroceder porque tenemos la firme convicción de que debe existir un mejor mundo para las mujeres.
Y quisiera reafirmar, a este propósito, que lo que me alejó de la religión no fue nunca lo predicado por Jesús, fue lo que sostiene una Iglesia poderosa y en extremo misógina.
* Coordinadora del grupo Mujer y Sociedad
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