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'Mi papá fue el único capo que pagó una dura condena': Mónica Lehder

En 1987 Virgilio Barco extraditó a Carlos Lehder, su hija habla de lo duro de cargar el apellido.

Los ojos de Mónica Lehder se iluminan cuando ve las fotos del pasado y se inundan de lágrimas cuando habla del presente. La hija del capo del narcotráfico de los años 80 le contó a EL TIEMPO cómo ha sido su vida en los últimos 25 años. (Lea: 25 años después, la joya de Carlos Lehder está en ruinas)
¿Quién es Mónica Lehder?
Es una mujer emprendedora, diseñadora de modas, soñadora, que quiere desencasillarse de lo que la gente la tilda por un mito, por un apellido, por la historia de un país.
Dicen que los antecedentes no se heredan, ¿a usted le pesa el apellido Lehder?
Yo nací en esta familia, pero no soy narcotraficante ni seguí las cosas por las que mi padre ha pagado. Por el pasado de mi padre muchas veces nos han cerrado las puertas. La gente cree que por ser la hija de uno de los grandes capos del país tengo que ser igual, pero mi mamá y yo hemos estado totalmente alejadas de ese mundo.No quiero ser la hija de, quiero ser yo. Ser Mónica Lehder.
¿Siente que le han cobrado ser la hija de Lehder?
Sí, lo siento así. Mi madre y yo tenemos una vida digna, pero me cobran un pasado que no es mío. Este país sufre de amnesia y personas que hicieron cosas peores que mi papá sí están protegidas y tienen beneficios. Y yo, por tener el apellido Lehder, ni siquiera tengo derecho a ir a visitar a mi padre a una cárcel.
¿Cuántas veces lo ha visto en estos 25 años?
Lo volví a ver cuando tenía 10 años. Viajamos con el programa de protección de testigos y en los tres años que estuvimos en Estados Unidos solo lo vi tres veces. Luego regresamos a Colombia porque no nos cumplieron lo prometido.
¿Cuándo lo vio por última vez?
Hace ocho años y medio. Me aprobaron una visa y fui hasta una prisión en Massachusetts. Los presos que estaban con él no podían creer que yo hubiera viajado desde Colombia hasta allá. Era la primera visita que llegaba al lugar en años.
De esa visita le queda el único recuerdo de Carlos Lehder...
Sí. Un saco que me dio ese día para que estuviera más cómoda en la banca en la que me senté. Es lo único que queda del imperio de Lehder, lo que queda de un gran capo del narcotráfico, de un sueño que la gente piensa que es la gran vida. Esto es lo único que me queda de mi padre, la prenda más preciada que tengo... y las fotos. No tengo más.
¿Fue difícil poder conseguir el permiso para visitarlo?
Llevaba ocho años intentando tramitar una visa para ir a verlo. Desde entonces, todos los años me he presentado ante la embajada, pero la respuesta siempre ha sido que soy beneficiada del narcotráfico. ¿Qué beneficio puedo tener? Tan solo para conseguir el tiquete y la estadía en Estados Unidos me tocó trabajar mucho y ahorrar.
¿Le pidieron que firmara algo en la embajada?
Sí, me dieron un formulario en el que yo pedía perdón por ser narcotraficante para que pudieran estudiar mi solicitud de ingreso a EE. UU. No lo hice porque no fui, no he sido, ni seré una delincuente. No me voy a declarar narcotraficante sin serlo. El narcotraficante fue mi papá y está pagando por eso, con un precio muy alto.
En el 2010, cuando Álvaro Uribe dictó una conferencia en una universidad de Armenia, usted le dijo delante de todo el auditorio quién era. ¿Por qué lo hizo?
Ya era justo. Llevaba muchos años enviando cartas porque mi papá tenía que haber salido libre en el 2007 y no ha pasado nada. En medio de tanto abandono del gobierno colombiano y del norteamericano necesitaba que alguien nos escuchara. La única persona que puede dar la cara por él soy yo.
¿Qué le respondió?
Les dijo a los asesores que me recibieran la carpeta con mis papeles y no pasó nada.
¿Cuántas cartas ha enviado en estos años?
Cientos. A embajadores, presidentes, procuradores, fiscales... Mi padre cometió un delito, nadie lo está negando, pero yo tengo derechos y eso es lo que reclamo en las cartas.
¿Su padre se equivocó al delatar a Manuel Antonio Noriega, el exdictador panameño?
Las negociaciones fueron las debidas. Lo que le exigieron lo hizo, pero no le cumplieron. Y no estamos pidiendo que nos regalen nada, estamos exigiendo que cumplan la ley.
¿Lehder recibe visita del consulado colombiano?
No. La unidad de DD. HH. del consulado que debe estar al tanto de los colombianos presos en ese país solo lo visitó una vez.
Esta entrevista no pretende lavar la imagen de su padre y usted tiene claro hoy quién es él. ¿Cómo asumió esa realidad?
Eso es cierto. Nadie quiere cambiar la historia, pero sí quiero dejar un mensaje de cómo los hijos pagamos los errores de los padres. Yo nací en ese mundo, fue el que conocí y era un imperio que ya se estaba cayendo. Pero siempre tuve la imagen de padre porque desde que lo extraditaron nunca ha dejado de escribirme.
¿Usted cree que él ya pagó la deuda que tenía con Colombia?
Aquí solo se conoce una parte de la historia y creo que la condena ya la pagó, pero así salga libre hoy, seguirá pagando su error de por vida, porque la deuda con la sociedad, pero sobre todo con nosotras y con él, al no tener vida, esa deuda la va a tener siempre.
Usted está marcada por el narcotráfico, ¿qué les dice a las familias que pasan por lo mismo?
Es fuerte lo que voy a decir, pero inconscientemente nadie entra. Eso de que 'yo no sabía en qué andaba metido', no lo creo. Segundo, eso no tiene nada bueno ni lleva a nada bueno. Es lógico: la plata, los lujos, los buenos restaurantes. Eso significa perder a tu familia, tu tranquilidad, tu vida, como terminaron muchos capos. Tenemos que ser conscientes de que también le podemos poner freno a esto. La cultura de narcotráfico se respira en la calle. En nuestras manos está volver a la ética.
La vida sin narcotráfico
¿Cómo ha hecho usted para mantenerse?
Mi madre siempre ha trabajado y gracias a ella hemos podido salir adelante. Hemos vendido comida y hasta ropa. Me conseguí una beca para estudiar porque no somos una familia adinerada y empecé a confeccionar sobre medidas. En el rebusque...
¿Qué ve para el futuro?
Ahora quiero sacar una línea de diseño. Yo también tengo una deuda con la sociedad por llevar el apellido que llevo, y por eso quiero montar mi empresa, montar mi línea, dar trabajo, ayudar a tanta gente que vive necesitada. Quiero ejercer mi carrera y aprovechar lo que he estudiado.
¿Qué está pidiendo?
Lo único que pido es el derecho a ver a mi papá. No estoy pidiendo una rebaja de penas, solo quiero verlo. Que el gobierno colombiano no se olvide de sus extraditados. Sería la mujer más feliz del mundo con tan solo abrazarlo.
Jineth Bedoya Lima
Subeditora de Justicia
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