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Messi, ¿el mejor de la historia...?

Ganó el Balón de Oro, Sport Illustraded lo eligió mejor jugador de la historia y es portada de Time.

Reflexiones sobre el momento histórico de quien es considerado el mejor futbolista del planeta y, según Sport Illustraded, el más grande en la historia del deporte.
¿Qué significa ser el mejor futbolista del mundo?
¿Qué es eso de ser, según lo acaba de proclamar la revista Sport Illustrated, el más grande en la historia del deporte más popular del mundo?
¿Qué representa ser la portada de Time, la revista más influyente de la prensa mundial?
¿De qué se trata ser Lionel Messi, "La Pulga Atómica", el retraído joven de 24 años con cara de adolescente, el más hábil con el balón, el jugador de fútbol más asombroso, más admirado y más seguido por los niños del mundo entero?
Por alguna extraña razón, todo parece indicar que el propio Messi no tiene ni idea cuáles son las respuestas. Y ni más faltaba... Tampoco necesita saberlas, ya que se trata de un fuera de serie del fútbol y de nada más.
¿O acaso es que hay algo más?
Porque no deja de ser complicado aceptar, en estos tiempos de inmediatez y consumo, que un joven de 24 años no quiera -o no pueda- ser más que eso: el mejor futbolista. Sin más.
Porque no deja de asombrar que "La Pulga" insista en el silencio. Porque, tal vez, nos cuesta reconocer que él sólo se quiere expresar con la pelota.
Es curioso y admirable que el increíble Messi haya comenzado este 2012 con tres reconocimientos que harían hablar a un mudo. Sin embargo él, tímido o básico, o lo que sea, ha decidido callar.
Por un lado, con la entrega del Balón de Oro, fue declarado el mejor del mundo por tercera vez consecutiva.
Por otro, fue señalado por la revista estadounidense Sport Illustrated como el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos, por delante de su compatriota Diego Armando Maradona (quien quedó en el segundo puesto), Cruyff (tercero) y Pelé (cuarto)-, luego de que la publicación, con la ayuda de una nueva tecnología, analizara las habilidades de 160 jugadores, sus trayectorias y premios individuales.
Y, por último, es la tapa de la revista Time de febrero -todo bajo el título de King Leo (en alusión al Rey León)-, lo cual lo suscribe, desde ya y para siempre, como uno de los grandes íconos de nuestros tiempos.
Pero él calla.
De hecho, en las páginas de la famosa revista, el reportero que lo entrevistó, Bobby Ghosh, confesó su desconcierto al no poderle arrancar una sola anécdota al argentino.
¿Tímido o prudente? Eso solo lo sabe él. A lo mejor calla para no provocar a sus paisanos, los únicos en el mundo que lo critican con saña.
Incluso, Time se lanza con un interrogante acertado y estremecedor: "Es el mejor jugador del mundo y posiblemente de todos los tiempos. Entonces ¿por qué no lo quieren en la Argentina?".
Aquí la respuesta: porque allá, más exactamente en Buenos Aires, todo es esquizofrenia en torno al ídolo y el delirio colectivo no los deja ver lo evidente:
Que estamos frente al futbolista más asombroso y sensacional del siglo XXI, pero de lejos.
Que "La Pulga" cada vez juega mejor y que, como casi ningún otro futbolista de su nivel, lo juega casi todo.
Que hace tres temporadas termina con un promedio de 58 goles, lo cual es sencillamente un escándalo.
Que a sus 24 años, con una velocidad mayor a la de los demás (a la de los desahuciados defensas que salen convencidos que tienen la clave para detenerlo sin armas), vuelve y amarra la pelota a su pie, pasa por donde no debe pasar, gambetea, disparar, anota y celebra como si estuviera aún en el potrero.
Por eso extraña que los argentinos le exijan a "La Pulga" -tan locos, tan idos, tan impotentes-, la Copa del Mundo. (¿Pero cómo la quieren si la Argentina no arma un equipo de fútbol hace rato?).
Asombra que ellos, los que más viven el fútbol, sean los únicos que no hayan visto que él ya marcó época. Que el planeta fútbol asiste, en vivo y en directo, a la consolidación semanal de una leyenda que casi siempre maravilla, incluso a los científicos que quieren hurgar en el tuétano del deporte.
Vale la pena recordar que hace un par de semanas, Pieter Medendorp, un prestigioso médico holandés, exigió que estudiaran el cerebro de Messi para poder entender cómo carajo se toman decisiones en fracciones de segundos. Una investigación que será subsidiada con un millón y medio de euros por la Organización de Investigación Científica de los Países Bajos. ¡Háganos el favor!
Y mientras tanto, Messi calla.
El buen Lionel no le dice nada, ni a Time ni a nadie, seguramente porque sabe que en su fútbol está la única y mejor respuesta.
Es por eso que, los de aquí y los de allá, los de hoy y los de mañana, los argentinos e incluso los hinchas del Real Madrid, estamos y estaremos, todos, juntos, eternamente agradecidos.
Gracias por el silencio, Lionel.
Gracias por el milagroso y elocuente espectáculo de la pelota y los pies.
Mauricio Silva Guzmán
Periodista Senior de EL TIEMPO
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